n el nombre de Dionisos, hijo de Zeus, padre de témpanos y vides, que supo plantar en el hueso de un pájaro, de un león y de un asno las semillas del vino, dándole así la alegría del ave en el primer trago, la fuerza del león en el segundo y la estupidez del asno más allá del tercero… En el nombre de Baco, dios del vino y de la cepa, que consiguió por medio de las Bacantes, sus piadosas y ebrias seguidoras, despedazar a Orfeo y sembrar la música, compañera fiel de los borrachos, por todos los rincones de la tierra… En el nombre de Ometochtli, divinidad azteca de la embriaguez y la bebida… también en el de Noé, patriarca y marinero, protagonista de la primera jumera de la historia… en el nombre de Osiris, dios de la cebada…en el de todos los frailes que supieron unir sus vidas a la divinidad a través del alambique: Monjes de la Abadía de Benedictine, de Chartreuse, de Cognac… y por último, en el nombre de Gambrinus, craso príncipe de la cerveza… Yo, el Marqués del Malandar, declaro a
EL ALMACÉN
Templo del buen beber
Templo del buen beber
2 comentarios:
AMEN. Maria y Miguelon
El marqués del Malandar ha estado muy acertado.
Besos, RITA.
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