"EL ALMACÉN, 1888", por Jota Siroco

Recuerdo que aquella mañana de verano de 1888 Jack el Destripador le había seccionado el cuello a Mary Jane Kelly, empezando por la derecha como está mandado en un zurdo.

También que Nietzsche había publicado “Cómo se filosofa a martillazos”, algo que no le había dado tiempo a leer a Jack, pues tal vez le hubiera hecho cambiar alguna de sus técnicas.

También recuerdo que nada de esto se sabía en nuestro pueblo, porque no existía la TDC, ni el “Sanlúcar Información”, y por eso, todo el mundo se había vestido de domingo para inaugurar “El Almacén” y esperaban en la esquina de Regina la llegada del cura y el Alcalde.
Tras el agua bendita vino la bendita manzanilla. Esto lo recuerdo perfectamente porque yo era entonces joven y borracho.

Pero, amigo mío, como la felicidad nunca es total, hubo un regidor de Avila, que previendo el inevitable devenir del negocio en tierra donde poco se come y mucho se bebe, vino a dar un Bando del que extraigo algunos párrafos, aún en vigor por si alguien lo hubiere olvidado:

Ayuntamiento de Bohondo, 1888. Orden público. Establecimientos.
Queda prohibida la entrada en ninguna clase de establecimiento a individuos considerados como vagabundos, desertores, gentes de mal vivir o que se reciba mujeres de malas costumbres o vida licenciosa. ( se considera gente de mal vivir a los conocidos con el nombre de gitanos)

En los establecimientos públicos no se permitirá la entrada ni estancia a ningún sujeto embriago.

Queda terminantemente prohibida la venta de bebidas adulteradas con sustancias nocivas a la salud, ni que de ellas se haga la medida ni servicio en vasijas de cobre o plomo sin que antes sean bañados interiormente de porcelana.
Los establecimientos públicos de bebidas se cerrarán a las 9 de la noche desde el día 1 de octubre de cada año hasta el 31 de marzo siguiente y a las 10 en los demás meses del año, no pudiendo ni debiendo, quedar dentro de ellos personas ajenas o extrañas que no sirvan habitualmente con la familia de los dueños.

No se permitirá bailar atropelladamente de modo que se moleste a los demás, así como tampoco quitar las parejas a los que estén bailando a no ser que éstos las cedan voluntariamente a las personas que se las pidieran usando siempre formas de urbanismo y cortesía.

Ea, pues, lo dicho...

Jota Siroco