viernes, 1 de agosto de 2008

"MÚSICAS DEL ALMACÉN", por Juan Antonio Gallardo

UNA NOCHE DE INVIERNO CON ALAN BIKE
Teníamos un contrato para actuar con el grupo en un boliche infame, pedimos una cantidad ridícula, más o menos la cuarta parte de lo que cobra un monologuista capullo contando tonterías pretendidamente modernas y graciosas. El dueño del boliche, un bigotudo barrigón que hace décadas iba de libertario y ahora va de liberticida, fuma puros y tiene cuenta en un puti club del Puerto de Santa María que llaman Don Tico, me hizo con el dedito el signo universal de la negación absoluta y me dijo que de eso nada, que por esa pasta, tenía a cuarenta peripatéticos grupos lolaílos flamenquitos con voces de comparsa cagada, que además no beben la cantidad de cuba libres que consumen algunos de los miembros de la Banda del Malandar, sobre todo tú , me espeta el majarón, que no tienes ya edad ni para beber tanto ni para fandanguear por ahí, por las peliagudas noches del rock and roll pueblerino, termina diciendo el hijoputaempresariodelocalesnocturnos.

Esta noche de viernes me han dejado solo, porque está llegando el invierno y hace mucho frío y no vamos a estar todas las noches por ahí, que ya tenemos unos años y patatín patatán.

Total, que me he tirado solito a la calle, con esta chupa de cuero que yo quiero que me identifique como rockero rancio y al final termina uno teniendo pinta de maestro de instituto.
Por la calle del Almacén, porque: ¿dónde va a ir uno como yo una noche de invierno a tomar una copa sin que le incomoden las miradas de los atléticos canis, que ven a un secreta en todo aquel que tenga más de treinta años? Por la calle del Almacén, decía, suena, sincopada, una guitarra de blues.

Me asomo a la puerta y el local está lleno, no veo al guitarrero pero escucho como arpergía y sordea con su mano derecha y de pronto sale un negro cantando. ¡Ah!; un efluvio sureño me llega y el negro que canta y toca la guitarra con exquisita avaricia me quita las penas del corazón con su música maravillosa.

El negro no es tal. Es blanco como Tom Waits y blanco también como Jonny Winter, pero canta con ese misterio que a veces posee a los cantantes blancos. El cantante y guitarrero se llama Alan Bike, y entre canción y canción nos cuenta como los viejos bluesman , historias no menos legendarias.

Me gusta el blues, su quejido y su compás, su jeroglífico de seis acordes siempre enigmáticos, su técnica guitarrera; me gusta el slide , violentando con su anarquía los fundamentos de la afinación, convirtiendo a la guitarra en un violín macarra.

Me gusta el blues que canta Alan Bike, me gustan esas notas que se estiran, esos dedos que se deslizan suave y categóricamente por los caminos pentatónicos del mástil de una guitarra, me gusta Alan Bike murmurando la melodía a la vez que la toca con sus manos, inmiscuido en la música que brota y que va creando este negro tan blanco, con cara de diablillo pelirrojo sátiro y burlesco.

Me quedo pensando y agradecido a las chicas del Almacén porque han creado esta hermosa costumbre de llenar de música las noches muertas y horteras de esta ciudad.

La noche era de invierno, no llovía como en la copla a chaparrones, pero hacía un frío tan húmedo que parecía de uno el frío, no del aire ni del viento.

Me meteré en la cama y Alan Bike se pondrá a mecerme con alguna negra nana, triste y amarga…como si yo fuera un chiquillo y él un patriarca negro de Alabama...

JUAN ANTONIO GALLARDO

1 comentario:

Anónimo dijo...

Georgiaaaaaa Georgiaaaaaa Georgiaaaaaaaaa in my mind.....